sábado, 8 de febrero de 2014

Adios 2013... hola 2014 (pero ya, ¿eh? por favor)

Estos meses pasados han sido alocados, de actividad sin fin y de experiencias profundas y dolorosas, aunque también de mucha acción de gracias, porque la mayoría de ellas han tenido un "final" (entre comillas, porque no se puede decir que hayan finalizado) que se puede considerar feliz. Pero yo me he quedado... ¿cómo describirlo? 

¿Os acordáis de la película "Cristal Oscuro"? ¿Os acordáis de esos pequeños seres a los que arrebataban la esencia vital? Entonces os hacéis una idea: sin fuerzas, sin alegría, tirando porque hay que tirar y haciendo las cosas porque hay que hacerlas. Con ganas de hacerme un ovillo, quedarme en un rincón, y no moverme hasta que tenga ganas. Cachis, y no poder hacerlo... 

Han sido meses de interiorizar, de hacer de tripas corazón (por mi peque, fundamentalmente por ella) y seguir sonriendo, de sacar las ganas de seguir adelante de las puntas de los dedos de los pies y conseguir hacer sonreir a todas las peques que tengo alrededor (que para algo eran Navidad y Reyes), de a susto y a suspiro por semana, de a milagro por quincena y, por suerte, de familia, de apoyo, de cariño. Claro, también ha habido crisis, y agobios, malos entendidos y riñas, desesperación y abatimiento, pero por suerte han sido las menos. 

Quiero hacer una mención especial a las dos personas que se nos han ido "antes de tiempo" y ya no podré volver a ver: 
  • A María, una promesa de vida delgadita, sonriente, chispeante y con gafitas que nos va a alumbrar desde el cielo. Espero que Dios le dé mucha fuerza a tus padres y hermanas para seguir adelante en este "sin ti" pero "contigo". ¡Espero que allá arriba haya bicicletas o algo similar! 
  • A mi tita y madrina, Marifé, a quien no le di todo lo que debería haberle dado, a quien quiero y siempre recordaré por su voz, su cariño, afabilidad y sonrisa, sus filetes empanados y su salsa de tomate que estaban para chuparse los dedos y que nadie hará como ella jamás. Otra luz allá arriba, ésta más gorditilla y cálida que la otra, pero que siempre estará ahí, esperando a que lleguemos con su sonrisa y su abrazo. 
Mi Desi, mis papis, mi abu, mi suegro... vosotros todavía estáis aquí, con nosotros, a pesar de los sustos pasados y, en el caso de Desi, gracias a un milagro patente. Doy gracias a Dios por vosotros, por vuestra vida, y le pido fuerzas para daros todo lo que necesitéis. A ver si a base de dar gracias y enfocarme en el futuro consigo rellenar ese botecillo de cascabeles que se me ha ido gastando. Habrá que darse tiempo, descanso... y dejarse dar algún mimo que otro.

¿Me dejarás, 2014?